FECUNDACIÓN
La
fecundación, también llamada singamia, es el proceso por el cual
dos gametos (masculino y femenino) se fusionan para crear un nuevo
individuo con un genoma derivado de ambos progenitores. Los dos fines
principales de la fecundación son la combinación de genes
derivados de ambos progenitores y la generación de un nuevo individuo (reproducción).
Los detalles de la fecundación son
tan diversos como las especies; sin embargo, existen cuatro eventos que son
constantes en todas ellas:
- El primer contacto y reconocimiento entre el óvulo y el espermatozoide, que en la mayor parte de los casos es de gran importancia para asegurar que los gametos sean de la misma especie.
- La regulación de la interacción entre el espermatozoide y el gameto femenino. Solamente un gameto masculino debe fecundar un gameto femenino. Esto puede lograrse permitiendo que sólo un espermatozoide entre en el óvulo, lo que impedirá el ingreso de otros.
- La fusión del material genético proveniente de ambos gametos.
- La formación del cigoto y el inicio de su desarrollo.
EL EMBARAZO
PRIMER TRIMESTRE
Es la clave del
desarrollo humano. En la segunda semana de vida el embrión alcanza una longitud
aproximada de 1,5 milímetros, y empieza a desarrollarse el eje mayor de su
cuerpo.
Al término de la
tercera semana, el embrión tiene una longitud de 2,3 milímetros aproximadamente
y se empiezan a formar la mayoría de sus sistemas de órganos. El primero en
desarrollarse es el sistema nervioso central, es decir, la médula espinal y el
encéfalo. Alrededor de los 20 días de vida, el corazón que aún no tiene una
forma definitiva, ya empieza a vibrar y luego a latir.
Una vez que el corazón
del embrión comienza a latir, tan sólo a dos semanas y media después de la
fecundación, no se detendrá hasta el final de la vida del individuo, latiendo
unas 100.000 veces por día en su etapa adulta.
Posteriormente, la
cabeza y el cuello van tomando su forma, y los ojos y los oídos inician su
desarrollo.
Alrededor de las
cuatro semanas, el embrión mide 5 milímetros y su masa ha aumentado 7.000 veces
desde su concepción (fecundación). A partir de esta etapa, comienza el
desarrollo de músculos, huesos y tejidos conjuntivos. Se inicia la
formación de los brazos, piernas, rodillas, dedos y las facciones del rostro.
Hacia el final de las
ocho semanas la longitud del embrión alcanza unos 3 centímetros, los huesos de
sus brazos y piernas comienzan a endurecerse y adquieren una suave movilidad
que la madre no puede percibir aún. La mandíbula empieza a definir la forma y
la condición que capacitará al embrión para realizar sus primeros intentos de
succión.
A partir del tercer
mes, la función de la placenta es la nutrición del feto, que se encuentra unido
a ella por el cordón umbilical. Hay intercambios de sustancias
alimenticias y de desechos entre el feto y la madre, y traspaso de anticuerpos
que protegerán al bebé de contraer enfermedades una vez que nazca. Por este
vínculo, el cordón umbilical, el feto puede contagiarse de enfermedades
infecciosas que la madre puede tener: rubéola, tifus, sarampión y SIDA, entre
otras.
SEGUNDO TRIMESTRE
El crecimiento del
feto, que ha sido sorprendentemente rápido, continúa más lentamente. Las
piernas y brazos alcanzan una longitud proporcional al resto del cuerpo y su
movimiento se hace tan evidente que la madre puede percibirlo.
El feto de cuatro
meses mide unos 18 centímetros y pesa alrededor de 200 gramos.
A los cinco meses, su
cuerpo se recubre de una pelusa llamada lanugo, posee cabello y su corazón late
vigorosamente a una frecuencia promedio de unos 140 latidos por minuto.
El médico puede
percibir la actividad del corazón al auscultar con un estetoscopio desde el
exterior.
El feto de seis meses
mide unos 33 centímetros y pesca alrededor de unos 670 gramos. Su piel es roja
y arrugada y la cara está ya completamente formada y expresiva.
Los reflejos se
presentan más decididos y el feto es capaz de responder a los estímulos del
medio: se muestra sensible a los ruidos y puede responder con “pataditas” ante
los más intensos y fuertes que le molestan.
En el intestino
permanece el meconio, masa verde y pastosa formada principalmente por células
muertas y bilis; éste se mantendrá en dicha cavidad hasta después de su
nacimiento.
Los primeros meses
del embarazo son los más críticos para el niño en desarrollo, ya que durante
este periodo se forman su cerebro, brazos, piernas y órganos internos. Es por
esta razón que una mujer embarazada debería tener especial cuidado antes de
tomar ningún tipo de medicación si no es aconsejada por un médico que conoce su
estado.
TERCER TRIMESTRE
Al séptimo mes de
embarazo, el feto ha ocupado casi todo el espacio disponible en el útero y
muchos bebés en esta etapa se acomodan tomando una posición invertida.
Así, el movimiento de pies y rodillas se torna más libre y puede percibiese
desde el exterior del vientre materno.
Si el nacimiento
ocurre en este período, el bebé tiene un excelente pronóstico de supervivencia,
siempre que cuente con el apoyo médico adecuado, y la posibilidad de mantener
al bebé en una incubadora hasta que éste sea capaz de regular por sí mismo su
temperatura corporal.
Al octavo mes, sólo
falta que el bebé desarrolle ciertos tejidos pulmonares superficiales y una
buena capa de tejido adiposo aislante, con el fin de estar listo para nacer.
En esta etapa el bebé
suele presentar hipo, que puede ser causado porque traga y bota por la boca
porciones de líquido amniótico.
En el último mes de
embarazo, el bebé ya no tiene suficiente espacio en el útero por lo que sus
movimientos son de menor amplitud.
En esta etapa de
término, desciende por la cavidad de la pelvis, fijando firmemente su cabeza a
ella. Mide entre 48 y 52 centímetros y pesa entre 2,7 y 4 kilos.
PARTO
El parto humano,
también llamado nacimiento, es
la culminación del embarazo humano, el periodo de salida del bebé del útero materno. Es considerado por muchos el
inicio de la vida de una persona. La edad de un individuo se define por este
suceso en muchas culturas. Se considera que una mujer inicia el parto con la
aparición de contracciones uterinas regulares, que aumentan en intensidad y
frecuencia, acompañadas de cambios fisiológicos en el cuello uterino.
El proceso del parto humano natural se categoriza en tres
fases: el borramiento y dilatación del cuello uterino, el descenso y nacimiento
del bebé y el alumbramiento de la placenta. El parto puede verse asistido con
medicamentos como ciertos anestésicos o la oxitocina, utilizada ante complicaciones de retraso grave de
alumbramiento. Junto con la episiotomía (incisión quirúrgica en la zona del perineo), todo esto no debe hacerse nunca de manera rutinaria,
ya que el parto más seguro es el que evoluciona espontáneamente y en el que no
se interviene innecesariamente. En algunos embarazos catalogados como de riesgo
elevado para la madre o el feto, el nacimiento ocurre por cesárea: la extracción del bebé a través de una incisión
quirúrgica en el abdomen.
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